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Jesucristo En De Jordania

No hay duda en el hecho histórico de que Nuestro Señor Jesucristo residió en los cuatro rincones de Jordania. La Santa Biblia menciona varios eventos, milagros y enseñanzas que Nuestro Señor Jesucristo realizó en la tierra del Jordán, sobre todo su bautismo por Juan el Bautista en "Betania, al otro lado del Jordán", una ciudad al este del río Jordán.

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Nuestro Señor Jesucristo residió en todos los rincones de Jordania, por eso la bendijo y bendijo a su gente que acudía a él cada vez que se quedaba con ellos o pasaba junto a ellos. Además, venían a él en los lugares vecinos para escucharle, tal como se menciona en Marcos (3: 7-8): "Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea, de Jerusalén, de Idumea, al otro lado del Jordán".

Si volvemos al mapa de Palestina y Jordania en el tiempo de Nuestro Señor Jesucristo, nos queda claro que "al otro lado del Jordán" es el área que incluye el valle del Jordán al este del río Jordán: desde el sur de Tabqet Fahel (Abella) hasta el Mar Muerto, la región de Madaba hasta Mujib y su estuario en el Mar Muerto, la región de As-Salt, Wadi Zarqa (Jabouq) y las montañas circundantes antes de desembocar en el valle y vaciarse en el río Jordán, y lo que queda de las tierras actuales de Jordania, con la excepción del desierto extendido al este y al sur y del sur de Jordania, que fueron anexados por la Decápolis. La mayoría de estas ciudades estaban en la actual Jordania. Destaca también el incidente relacionado con la expulsión de los demonios y el ahogamiento de los cerdos (Mateo 8:28), que tuvo lugar cerca de la ciudad de Gadara (Umm Qais) en el norte de Jordania, una de las diez ciudades.

La Santa Biblia menciona que Juan el Bautista bautizó en muchos lugares: "Betania" al otro lado del Jordán (Juan 1: 28), un pueblo situado "al otro lado del Jordán", es decir, al este del río.

En "Betania, al otro lado del Jordán", algunos sacerdotes y levitas le preguntaron a Juan el Bautista: "¿Quién eres tú?” y confesó que él no era Nuestro Señor Jesucristo. En esta Betania, Juan vio a Jesús que venía hacia él y le dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:28–29).

Y continúa el evangelista: “Y al día siguiente Juan estaba parado allí, es decir, en Betania, al otro lado del Jordán, junto con dos de sus discípulos, y miró a Jesús que caminaba y dijo: "He aquí el Cordero de Dios". Los dos discípulos escucharon sus palabras, e inmediatamente entendieron el significado de esta frase, por lo que siguieron a Jesús sin dudar. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: “¿Qué buscáis?” Ellos le dijeron: “Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras?” Les dijo: “Venid y ved”. Fueron y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día”. (Juan 1:35-39).

También hubo confirmación de este acontecimiento en otra parte del Evangelio de San Juan (3:26), cuando vinieron los discípulos de Juan y le dijeron: “Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él”.

Al comienzo del capítulo diecinueve de su evangelio, Mateo dijo: "Y aconteció que cuando acabó Jesús estas palabras, salió de Galilea y fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán. Y le siguió mucha gente, y los sanó allí". Jesús se dirigió al otro lado del Jordán para llegar a la Ciudad Santa porque, al parecer, no quería pasar por Samaria, por lo que tomó el camino del valle, pasando por "por el Jordán". Allí lo seguía mucha gente y sanó a sus enfermos. Luego cruzó el Jordán rumbo a Jericó para continuar su camino a Jerusalén.

Asimismo, cuando él estaba "al otro lado del Jordán", algunos fariseos se acercaron a él tratando de ponerlo a prueba, y le dijeron: “¿Está bien que un hombre se divorcie de su mujer por cualquier motivo?” y Jesús respondió: “¿No han leído que el Creador desde el principio "hizo al hombre y a la mujer"? Y dijo: "Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne?". De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre". (Marcos 10:6, Mateo 19:1).

Entonces le fueron presentados unos niños para que les impusiera las manos y orase. Mas Jesús les dijo: "Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos. Y, después de imponerles las manos, se fue de allí". (Mateo 19: 3-15).

Y cuando los judíos persiguieron a Nuestro Señor Jesucristo y quisieron apedrearlo, se les escapó de las manos y cruzó de nuevo el río Jordán, y fue a donde Juan bautizó en primer lugar, a Betania, al otro lado del Jordán, y residió allí y mucha gente fue a verle. Las hermanas de Lázaro, entonces, mandaron a decir a Jesús: “Jesús, mira, el que tú amas está enfermo", porque su hermano, Lázaro, estaba a punto de morir.

De aquí, vemos con argumento incontrovertible que Nuestro Señor Jesucristo pasó por el Jordán, habitó en él y lo amó: amó su justicia y su río, su llanura y sus montañas, e hizo de él una tierra bendita y pura, y lo honró con su mensaje vivificante, que difundió por doquier, una sincera invitación al amor, al arrepentimiento, a la justicia y a la caridad, y tomó de su buena gente compañeros y seguidores.

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